Este Volante es el mismo que tomo mi papá en su Fiat 600 para ir con mamá de luna de miel a Bariloche, el mismo que agarró con firmeza para atravesar el camino de los siete lagos, en aquél día de lluvia con mucho barro, nieve y nada de banquina.
El mismo con el cual el Fitito llego hasta Brasil, y a tantos lugares más.
El mismo volante que mi abuelo uso para armarnos El Karting, dedicando su tiempo a sus nietos y enseñando a Fede como armar un motor.
Ese volante que giraba para un lado y para otro haciendo trompos en los caminos del campo hasta cortar la dirección y terminar en los alambrados.
Volante que el Rafa miraba con anhelo esperando que le crezcan las piernas para poder llegar a los pedales y que mientras tanto, lo dejábamos manejar cuando lo empujábamos a la largada de la pista del Tomphson.
Y hoy toco ese volante de madera, y siento el calor de las manos de mi abuelo, de mis padres y mis hermanos ….viajando conmigo.Fede y Yo.
Fede y Rafa.